Texto seleccionado en el "certamen literario" de FEVAEPA 2011, por el C.F.P.A. Antonio Porpetta.
" Querer es poder"
Comenzaré diciendo que de niño fui un alumno del montón, digamos que siempre pasé desapercibido, quizás debido a mi timidez. Me conformaba con aprobar ya que no percibía motivaciones que me hicieran ver en estudiar algo interesante.
Aun así era un niño inquieto y con ganas de saber, y al margen del colegio leía todo lo que yo consideraba importante. Fue a partir de sexto de la antigua EGB cuando desperté
gracias al profesorado que impartía las clases en ese curso, a pesar de eso seguía siendo uno más, pero tenía ganas de superarme, aunque esas ganas nunca afloraron se quedaron
en mi interior.
Por fin llegó el ansiado octavo, el cual terminé, no para celebrarlo, pero ya tenía mi graduado escolar. Ese verano decidí matricularme en un curso de formación profesional de electricidad, el cual nunca llegué ha comenzar, ya que cuando recibí la llamada para confirmar la plaza la rechacé. Y ahí quedaron mis proyectos e ilusiones, frustradas por un miedo infundado.
Ahora ya no tenía que estudiar, que liberación, leía lo que quería sin que nadie me presionara. Comencé a trabajar y me limité a vivir el día a día sin más, como tanta gente.
Por motivos laborales a los dieciocho años dejé mi ciudad natal para trasladarme a Elda, donde me caso y nacen mis dos hijos, a los cuales de alguna manera he de darles las gracias de estar donde estoy y haber conseguido los logros personales que me han hecho ver la vida de manera diferente.
Cuando mis hijos comenzaron el colegio fue como si algo despertara en mí, me volqué en estudiar con ellos, y entonces se apoderó de mí mente el “lo que pudo haber sido y no fue”. A mí en realidad siempre me gustó la docencia, pero claro, ¿dónde iba yo? un alumno mediocre, que se sentía inferior a la mayoría de compañeros, en fin que por miedo y falta de autoestima me perdí algo que ahora hecho de menos.
En una de las reuniones en el colegio de mis hijos alguien me propone pertenecer de forma activa a la asociación de padres, lo cual me pienso y acabo aceptando, es una de las decisiones más acertadas que he tomado en mi vida, gracias a eso fui perdiendo la timidez que no se separó nunca de mí y que me acompañó incluso en la madurez.
En esa asociación empecé a vencer mis miedos, pude realizar uno de mis sueños, propuse llevar a cabo una actividad de ocio y tiempo libre con niños de 6 años, con esta actividad se abría un mundo nuevo para mí, estaba haciendo lo que tanto había deseado, transmitir, enseñar. Durante siete años formé parte de la comunidad educativa, tuve la suerte de poder vivir la experiencia enriquecedora de saber como funciona un centro de primaria y además participar de forma activa, ya que a arte de mi actividad extraescolar, pertenecí al consejo escolar, formé parte de la comisión de convivencia, en la cual se solucionaban problemas del alumnado, fui secretario de la asociación y posteriormente tesorero durante siete años, vamos que no me daba tiempo a aburrirme.
Es evidente que poco a poco todo lo que estaba viviendo estaba haciendo que yo creciera como persona.
Pues ese cúmulo de actividades estaba claro que tenía un final, y llegó. Como también llegó la pregunta ¿Y ahora qué?
Hago un paréntesis y trato de ordenar mi mente, ya que en ese momento estaba demasiado repleta de dudas.
A ver, tengo el graduado de EGB, ¿y si me reciclo?, ¿y si hago la ESO a la vez que mis hijos?
Después de mucho dudar logro vencer el miedo, ese que ha sido tan amigo mío.
En Septiembre de 2007 me veo en conserjería del centro de formación de adultos de Elda “Antonio Porpetta” entregando la documentación, ya no hay vuelta atrás, por que eso si, lo que empiezo lo acabo.
Lo que no podía imaginar en ese momento es lo que esa decisión iba a suponer en mi vida.
El primer día fue fatal, me acordé de mi infancia, entré en el aula sin conocer a nadie, tomé asiento donde pude y me limité a mirar a mí alrededor, había personas de todas las edades, desde dieciocho años hasta un señor de sesenta. Cuando inspeccioné el entorno donde me iba a desenvolver, ya estaba más tranquilo.
Una vez comenzado el curso fue cuando poco a poco fui descubriendo una etapa de mi vida que estaba dejando al descubierto lo que desde niño no logré sacar, me sentía importante, estaba descubriendo que podía dar mucho más de lo que yo pensaba, y encima me sentía animado por el profesorado.
Resulta que estaba trabajando y mi tiempo libre lo estaba dedicando a aprender y a formarme, y encima por gusto.
Lo que no podía imaginarme era que gracias a la escuela de adultos iba a tener mi primer contacto con el teatro, esto fue lo más gratificante, ya que terminó de matar mis miedos, me ha hecho una persona más segura y he descubierto que no hay nada imposible, solo tienes que creer en ti y tener claro que nadie es menos que nadie.
Pasaron los años y aun estoy aquí, ahora asistiendo a las clases de valenciano oral, ya que acabé la ESO, aprobé el acceso a la universidad para mayores de veinticinco años,
una cosa impensable para mí.
Qué más podría decir de los centros de formación de adultos, he crecido como persona, he adquirido más conocimientos, me he formado y he descubierto que se puede seguir enriqueciendo la mente disfrutando de ello. Ahora recuerdo mi trayectoria en la vida y me viene a la mente la estrofa de una canción “porque el miedo no te deja andar ni ver”
Solo dar las gracias a todas las personas que están y a las que ya no están en el centro, pero que dentro de mi persona siempre guardaré algo de cada uno. Al igual que todos loa compañeros que he tenido la fortuna de conocer en estos maravillosos años.
Merece la pena reciclarse, pero en todos los sentidos, hay que aprender pero sin olvidar que se puede disfrutar mientras aprendes.
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